No es la religión, estúpido by Nazanín Armanian y Martha Zein

No es la religión, estúpido by Nazanín Armanian y Martha Zein

autor:Nazanín Armanian y Martha Zein
La lengua: spa
Format: epub
editor: Ediciones Akal, S. A.
publicado: 2017-10-24T00:00:00+00:00


Crear una farsa publicitaria, un dantesco espectáculo organizado por los reyes y sus príncipes para exhibir 'normalidad' y aumentar el prestigio internacional de su dictadura.

Ser utilizada por el régimen para establecer un estado de sitio, colocando alambres y controles policiales en los barrios próximos a la carrera y realizar redadas contra los activistas.

Concebirla como excusa para 'limpiar' las calles de mendigos e indigentes sin techo (además de matar a los perros y gatos callejeros e incluso incinerarlos vivos), mientras gastaban unos 65 millones dólares para albergar la competición, esperando ganar varias veces más esta cantidad. Las cuentas eran tan opacas que no permitían saber si habían generado unos ingresos relevantes para el país.

SE SILENCIA LA DRAMÁTICA REPRESIÓN DE LA PRIMAVERA BAREINÍ

A esas alturas Washington había convertido Baréin en una colonia. Había invertido 250 millones en la mejora de sus instalaciones e iba a gastar otros 580 millones para duplicar el tamaño de su base. El Pentágono, que también había traído a sus Fuerzas Navales del Comando Central, temía que un fortalecimiento de los chiíes pusiera fin a su presencia en la isla. Al Jalifa sacaba provecho de las amenazas iraníes de cerrar el estrecho de Ormuz para justificar ante sus ciudadanos los beneficios de contar con esta base en su suelo. Era un arma de doble filo, ya que Baréin podría ser uno de los principales objetivos de los misiles iraníes en caso de un ataque por parte de EEUU e Israel.

Las principales organizaciones de la oposición –Al Wefaq, Al Minbar y Asalah– exigían cambios que dejaban a un lado a importantes colectivos. Por ejemplo, pese a la masiva participación de miles de mujeres en las revueltas, ninguna de estas organizaciones había respaldado su principal reivindicación, que era cambiar y unificar las leyes de familia. La abogada Ghada Jamshir denunció al Gobierno por negarse a promover una ley 'no religiosa' de familia, por utilizar la cuestión de la mujer en sus negociaciones con los líderes de la oposición islámica –todos hombres–, o por haber creado el Alto Consejo de la Mujer con el fin de obstaculizar el trabajo de las asociaciones no gubernamentales lideradas por mujeres periodistas, abogadas, médicas, maestras y amas de casa. Decenas de ellas fueron detenidas y torturadas durante y después de las protestas, entre ellas, Rula al Safar, académica y presidenta de la Sociedad de Enfermería, quien sufrió abusos sexuales y amenazas de violación durante los cinco meses que estuvo arrestada en 2011. La doctora Nada Dhaif vivió el mismo calvario y, además, fue acusada nada menos que de posesión ilegal de armas junto con otra veintena de médicos. Las autoridades utilizarán el término de 'terrorismo' para bloquear y estigmatizar a sus opositores. El Movimiento chií de Justicia por las Libertades y la Democracia será acusado de formar una 'red terrorista' para derrocar al Gobierno.

Es evidente que esta estrategia añade ruido a las cada vez más nutridas manifestaciones políticas convocadas a través de Facebook y Twitter, lo que alarma aún más a EEUU. Su temor a que el régimen se tambalease obligará a Al Jalifa a negociar con la oposición.



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